Foto tomada de El colombiano |
En la región bananera de Colombia, una iniciativa busca aprovechar al
máximo los residuos plásticos que quedan de la producción de banano y plátano,
para disminuir la contaminación ambiental y evitar que las bolsas de plástico
lleguen al agua de la zona.
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Urabá es una región imponente, deslumbrante, con una gran variedad de
fauna y flora, pero también una zona donde, al igual que en muchas partes del
país, la recolección de basuras se hace de manera muy informal, sin la
conciencia ideal para prevenir el impacto ambiental y cuidar el medio ambiente.
En medio de este contexto, nació una gran iniciativa que busca aprovechar los
residuos reciclables y específicamente los residuos plásticos que no son
separados correctamente en la basura.
Mayco, una empresa con más de 35 años de experiencia en el
aprovechamiento del plástico reciclado, y con un enfoque en el sector agrícola,
en minería y construcción, produciendo mangueras de polietileno principalmente,
pero también postes para cercas eléctricas, recolectores de frutas y baldes de
construcción, se aventuró en trabajar en esta zona del país que, de paso, ha
sido estigmatizada por la violencia, para recolectar plásticos de un solo uso
en la región bananera, en donde se producen entre 1000 a 1500 toneladas al mes
de desechos plásticos.
El propósito de esta iniciativa es procesar entre 200 y 250 toneladas
mensuales de plástico, generar empleo, y consolidar un sistema productivo que
vincule todo el proceso para evitar el impacto ambiental y aprovechar los
residuos plásticos: recolección, manejo, transformación y comercialización de
productos y subproductos usados en el agro.
Solamente en cultivos de banano y plátano, en Urabá se producen entre
12.000 a 18.000 toneladas de plástico al año y Mayco en este momento está
aprovechando alrededor del 10% de estos desechos plásticos, especialmente de
bolsas de plástico que se emplean para envolver los racimos de plátanos y
bananos. Estas acciones no solo han beneficiado a 86 familias de Urabá -35
madres cabeza de familia entre ellas- sino que también ha evitado la
contaminación ambiental en la zona y la contaminación de los ecosistemas
acuáticos.
Ha sido una tarea para comenzar desde ceros pues no hay educación sobre
el aprovechamiento de residuos reciclables, a pesar del uso frecuente del
plástico, ni tampoco sobre la importancia de proteger el medio ambiente y de
saber que las bolsas plásticas que se dejan en el pasto o que caen en los ríos
tienen un impacto negativo en los ecosistemas acuáticos. Pero también, crear conciencia sobre el
reciclaje ha sido también la oportunidad de generar empleo en una región donde
tener un trabajo estable es muy complicado.
Mayco quiere doblar su alcance: recuperar entre 2.500 a 3.000 toneladas
al año y así también duplicar la capacidad laboral de 35 a 53 madres cabeza de
familia y de 22 empleados directos en la planta de reciclaje de Manizales, a 33
trabajadores. El propósito es que con el
plástico reciclado se produzcan materiales útiles para el sector del agro
gracias a que, como Mayco lo anuncia en su portal web “contamos con la única
licencia ambiental del occidente del país, y podemos aplicar nuestros
conocimientos en la transformación y el manejo adecuado de sus residuos tóxicos…”.
Sobre esto último, el proceso asegura la limpieza del material plástico
de todas las impurezas, densifica el plástico para darle color, y después dar
paso al “peletizado”, en el que el plástico se tritura y adquiere una forma de
pequeñas bolas antes de dar paso a su nueva forma.
Nuevos empleos, menos contaminación ambiental y menos contaminación de
los ecosistemas acuáticos, una iniciativa que hay que aplaudir en una zona
donde el manejo de las basuras no es el adecuado y donde el plástico está muy
presente. El reciclaje surge, entonces, como una nueva gran oportunidad para la
región y el medio ambiente.
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